Jaime Pumarejo, alcalde de Barranquilla, tomado de su cuenta de Twitter
    Así se estrelló Barranquilla contra el Covid 19

    Así se estrelló Barranquilla contra el Covid 19


    Barranquilla pasó de ser la ciudad que decía tenerlo todo controlado a convertirse en la capital que, durante el primer trimestre de pandemia por coronavirus, puso el mayor número de muertes en Colombia. Algunos pacientes han muerto, incluso, sin recibir atención médica.

    Con más de 1.000 muertos los últimos tres meses, el triple de los que suele registrar en un año por violencia, Barranquilla vive hoy una crisis sanitaria sin precedentes que la tienen liderando el listado de capitales con el mayor número de muertes por coronavirus en Colombia, incluso por encima de centros más poblados como Bogotá, Cali y Medellín.

    La semana pasada, el alcalde Jaime Pumarejo y la gobernadora del Atlántico Elsa Noguera se reunieron con la bancada de congresistas del departamento debido a esa crisis. Acordaron gestionar una reunión con el presidente Iván Duque para solicitar más recursos y apoyo. También se reunieron con las IPS y EPS para pedirles una mejor atención a los pacientes e hicieron lo propio con diferentes gremios médicos para coordinar esfuerzos. 

    Ante el aumento de positivos, el pasado 1 de julio, la Federación Médica Colombiana les pidió al alcalde y a la gobernadora generar una estrategia “única e integrada” contra la pandemia, porque ambas entidades han afrontado la emergencia por separado, y les sugirió ordenar una “cuarentena estricta por un tiempo inicial de 14 días, que permita disminuir la tasa de contagios”. 

    CARTA MEDICOS

    Un llamado de atención que evidencia, a pesar de que todos los focos de la crisis han estado sobre Barranquilla, la desarticulación entre los dos mandatarios, alcalde y gobernadora, miembros del mismo grupo político al que pertenece el viceministro de Salud Luis Alexander Moscoso, y quienes solo aparecieron en conjunto cuando la pandemia se desbordó. 

    ¿Cómo se convirtió Barranquilla en la capital con más muertos por Covid de la primera fase de pandemia en Colombia? 

    Varios factores, de orden ciudadano e institucional —Gobierno central, Alcaldía y empresas prestadoras de salud– podrían dar algunas pistas: desde el inicio de la emergencia, en marzo pasado, la ciudad privilegió la dotación de unidades de cuidados intensivos sobre la prevención en los barrios y la realización de cercos epidemiológicos para detectar a los contagiados. 

    A medida que el virus avanzó, Barranquilla no pudo hacerle frente a la desinformación ni garantizar el aislamiento social en todas sus localidades, pese a la orden de cuarentena nacional. Además, el alcalde y su gabinete no han sido asertivos en sus mensajes sobre la pandemia.

    Ahora, frente a un segundo semestre de coronavirus, el camino todavía no luce despejado para que esta capital salga del primer pico de contagios sin tantas muertes. Circunstancias inéditas en un territorio acostumbrado, la última década, a una atmósfera de progreso.

    Escenario I -  Poca prevención, cercos tardíos y aislamiento fallido 

    El 23 de marzo, cuando inició la cuarentena nacional, el alcalde de Barranquilla le envió un doble mensaje a los ciudadanos: su administración mitigaría los efectos del confinamiento con mercados y subsidios para los más pobres, y podían confiar en que la ciudad tenía las capacidades médicas y científicas para enfrentar este desafío. 

    “Derrotaremos el virus y seguiremos trabajando para sacar nuestras grandes apuestas adelante. Nos ocupamos de esta crisis, y seguimos soñando en grande para conquistarlas”,
    dijo el 19 de marzo, cuando el Instituto Nacional de Salud (INS) confirmó los dos primeros casos de Covid en esta ciudad.

    En esa temprana etapa, Pumarejo se enfocó en la ampliación de la infraestructura sanitaria, instalando 600 camas en el hospital de campaña del Centro de Convenciones Puerta de Oro, que 100 días después de su anuncio han comenzado a funcionar, y prometiendo la compra de 255 ventiladores para aumentar el número de Unidades de Cuidados Intensivos (UCI). De estos han llegado 203, entre los adquiridos con recursos propios del Distrito, los enviados por el Gobierno Nacional y los donados por el sector privado. 

    “Barranquilla sigue ampliando y consolidando su red hospitalaria”, alcalde Jaime Pumarejo, al recibir 21 respiradores adicionales para la red hospitalaria

    Aunque hacerlo era necesario, porque el Gobierno central decretó la cuarentena para que alcaldes y gobernadores ampliaran la capacidad hospitalaria, varios epidemiólogos de Barranquilla consultados aseguran que la Alcaldía le restó importancia a la contención. 

    En teoría, con los ciudadanos en casa por la cuarentena, el Distrito también debía apostarle desde el primer día a programas preventivos en los barrios y a una minuciosa identificación de los pacientes contagiados.

    “Se enfocaron en el tratamiento de la enfermedad y no en atajarla”,
    nos dijo el accionista de una clínica privada local.

    Ni las estrategias preventivas, casa a casa, ni los cercos epidemiológicos comenzaron a tiempo. El 19 de mayo, tras casi dos meses de cuarentena, el Distrito informó que 140 vigías de la salud salían a los barrios para promover el autocuidado; a partir del 10 de junio, comenzaron cinco cercos sanitarios, por 14 días, en igual número de sectores, y desde el 4 de julio, la Alcaldía anunció que habilitaba uno nuevo en toda la localidad Suroriente. Al anunciar este último, Pumarejo reconoció que esa estrategia estaba funcionando. Un impacto que debería reflejarse en las cifras de las próximas semanas. 

    Alcalde Jaime Pumarejo instala nuevo cerco sanitario para el suroriente

    Situación contraria fue la que vivieron ciudades como Medellín y Bogotá desde los primeros días de cuarentena. 

    Para el 9 de abril, la capital del país ya tenía a un equipo de 1.200 personas siguiéndole el rastro epidemiológico a los positivos.  Desde entonces, esos médicos y enfermeros los llaman a diario para identificar a las personas con las que tuvieron contacto reciente. Esos datos nutren SaludData, una plataforma digital con la que Bogotá muestra la evolución del virus y proyecta cómo será su comportamiento a 30 días. 

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    Mientras que la capital antioqueña comenzó a implementar los cercos desde el 5 de abril de la mano de la plataforma ‘Medellín me cuida’, con un formulario en línea en el que una persona por hogar debe registrar información sobre comorbilidades (condiciones preexistentes), posibles síntomas Covid y necesidades de asistencia alimentaria. 

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    En Barranquilla, en cambio, la Alcaldía está por implementar un modelo epidemiológico propio, a través de un convenio que negocia con la Universidad del Norte. Este desarrollo, nos explicó un médico de MiRed IPS –el operador de la red de salud pública local–, le permitirá a la ciudad enfocarse mejor en pacientes mayores de 60 años, inmunosuprimidos, obesos, diabéticos, asmáticos, hipertensos y con enfermedades pulmonares crónicas, entre otras condiciones. Una población vulnerable, que representa el 60% de los muertos Covid en Colombia.

     

     

    Desde el inicio de la pandemia, además, no han estado dadas las condiciones de aislamiento para todos los positivos de los barrios de las localidades Suroriente y Suroccidente, las más afectadas y en cuyas viviendas hay hacinamiento. 

    Una característica que no es exclusiva de Barranquilla, pero que ciudades como Cali enfrentan con centros de atención especial. En esta última capital, la Alcaldía, desde abril, habilitó hoteles para que personas cercanas a los pacientes con Covid-19, y sin condiciones para mantener la distancia en casa, cumplan el aislamiento. 

     Habilitan hotel en Cali para que pacientes con sospecha de Covid-19 cumplan el aislamiento

    Las aglomeraciones también terminaron siendo propiciadas por la misma Alcaldía con la entrega inicial de alimentos, en el estadio Metropolitano, para las poblaciones más pobres. Fue tanta gente la que asistió que la Alcaldía suspendió la segunda jornada y volvió a la entrega de mercados casa a casa. Eso también pasó en municipios de Antioquia, La Guajira, Magdalena y Sucre. Algunas entregas, incluso, terminaron en desórdenes y disturbios.

    Video con gente aglomerada para esperar su mercado en el Metropolitano

     

    Entrega de mercados en San Roque:  mayo- funcionarios de la Alcaldía

    Entrega de mercados en La Playa, en abril:

     

    Pumarejo entregando los mercados: Barrio Bajo Valle- Abril 25

    Con la gente en sus casas sin poder salir a trabajar, las ayudas humanitarias eran clave en esa etapa inicial de pandemia, especialmente en una ciudad, donde el 22% de sus habitantes manifestó en 2019 no tener garantizadas las tres comidas diarias, según la ‘Encuesta de Percepción Ciudadana’ de Barranquilla, cómo vamos, publicada en febrero pasado.

    Escenario II - Atención demorada en EPS e IPS

    La falta de atención oportuna de las EPS e IPS también ha jugado en contra de Barranquilla. Un profesional del sector salud nos dijo que al Distrito le faltó apretar a esas empresas, desde el comienzo, para que iniciaran programas preventivos sobre el Covid.

    De hecho, la Alcaldía organizó varias reuniones en febrero con representantes de esas entidades para hacer un plan de contingencia con miras a la Asamblea General del BID, programada del 18 al 22 de marzo, pero cancelada por la pandemia. De uno de esos encuentros salió una polémica declaración del secretario de Salud distrital, Humberto Mendoza, que solo se conoció el 17 de junio pasado, durante un debate de control político en el Concejo. 

    Distrito mantiene plan de contingencia en salud

    El funcionario dijo que varias de esas empresas declinaron participar en un plan de contingencia que el Distrito esbozaba desde entonces para atender a enfermos Covid.  “Algunas dijeron que no y tengo los oficios de las respuestas”, les dijo el funcionario a los concejales. 

    Evidencia de la falta de oportunidad en la atención y en la realización de pruebas por parte de las EPS e IPS han sido los llamados que Pumarejo les ha hecho públicamente, las últimas semanas. El pasado 15 de junio, cuando declaró la alerta naranja para intervenir el sistema de salud distrital, les pidió mejorar sus tiempos de respuesta. Una semana después les hizo otro llamado público.

    Esa falta de oportunidad en la atención es más marcada tras 100 días de pandemia, con niveles de ocupación en UCI por encima del 80%. Algunos pacientes, incluso, mueren esperando un cupo en una de esas unidades, pese a la intervención del propio alcalde Pumarejo, como contó La Silla Vacía.

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    Escenario III - La reactivación de la economía

    A finales de abril, el presidente Iván Duque ya barajaba la posibilidad de reabrir algunos sectores de la economía. Un discurso que Pumarejo copió, a diferencia de la alcaldesa de Bogotá Claudia López, quien no permitió la reapertura inmediata hasta que los empresarios allí no certificaran las medidas de bioseguridad y se comprometieran a establecer horarios laborales escalafonados para no sobrepasar el 35% de capacidad del transporte público. 

    Cuando el 27 de abril llegó, Barranquilla comenzó la reactivación gradual de sus sectores de construcción y manufactura. Los protocolos de bioseguridad adoptados, como lo demostrarían las cifras de las semanas venideras, no serían suficientes. Con esa reapertura, el sistema masivo Transmetro movilizó más de un tercio de su capacidad y la Alcaldía comenzó a pedir autorregulación ciudadana. 

    “Si no tenemos la colaboración de los usuarios vamos a evaluar la suspensión de algunas rutas o de la totalidad del sistema", dijo Pumarejo en un primer llamado de atención, que terminó, los primeros días de mayo, con Transmetro paralizado durante 62 horas y con una narrativa gubernamental que comenzó a trasladarles a los ciudadanos la responsabilidad por el rápido avance del virus. 

    Un empresario nos dijo que el alcalde no tuvo una visión metropolitana con la reapertura, porque no coordinó horarios con los mandatarios de los cuatro municipios del Área Metropolitana (Soledad, Malambo, Puerto Colombia y Galapa) ni contempló que miles de personas que allí viven se movilizarían en el sistema público para ir a trabajar a Barranquilla. Un asunto que, en cambio, Medellín sí contempló y es hoy una de las razones por las que había logrado tener el virus controlado. 

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    Con la economía reactivándose, empezaron a aparecer los primeros brotes en Barranquilla, uno de ellos en una empresa farmacéutica. La Secretaría de Salud confirmó que en esa empresa se había detectado un primer caso y funcionarios distritales les tomaron muestras a cerca de 200 personas con las que ese paciente tuvo contacto.

    Para el 11 de mayo, dos semanas después de la reactivación del primer grupo de empresas, Barranquilla pasó de 223 contagios a 1.078. Ese lunes, además, reiniciaron labores otras 220 empresas. Dos semanas después, a finales de mayo, los positivos superaban los 3.500. 

     

     

    El 7 de junio siguió la reapertura de la economía. Desde ese día comenzaron a funcionar centros comerciales, parte del comercio minorista y peluquerías. 

    Muchos de esos locales abrieron sin cumplir al pie de la letra los protocolos de bioseguridad, como quedó demostrado con los cierres del centro comercial Viva y el Almacén Makro, ordenados por el Distrito días después, por no garantizar que los clientes ingresaran con tapabocas y según el ‘pico y cédula’, otra medida que también ha generado confusión.

    Para el 11 de junio, Barranquilla ya superaba los 300 fallecidos y era la segunda ciudad con más muertes por Covid de Colombia, después de Bogotá. 

    En respuesta a la crisis, en una declaración conjunta, el alcalde Pumarejo y la gobernadora del Atlántico Elsa Noguera anunciaron toques de queda durante el resto de junio y operativos conjuntos de la Policía y el Ejército para garantizar el cumplimiento de la cuarentena. 

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    Días después, el alcalde le dijo a medios locales que el “desorden” por la celebración del Día de la Madre desencadenó el aumento de contagios. Lo que Pumarejo no resaltó es que los casos comenzaron a multiplicarse desde la reapertura de la economía. 

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    Escenario IV - Desinformación, desconexión y comportamiento social

    Desde que la pandemia llegó a Barranquilla, comenzaron a circular cadenas de mensajes por chat y redes sociales sobre supuestos pacientes contagiados en febrero, durante los Carnavales. En ellos se acusaba al Distrito de esconder información. Mensajes por los que el Secretario de Salud tuvo que dar explicaciones a medios de comunicación locales.

    La desinformación tocó fondo en mayo con mensajes en los que se señalaba a clínicas privadas, funcionarios de la Secretaría de Salud y funerarias de estar confabulados para cobrar millonarias sumas por cada muerto por coronavirus  Los sobreprecios en los contratos públicos por cremaciones en Colombia. Caló tanto ese supuesto “cartel de la muerte”, que muchos habitantes en los barrios se negaron -todavía hoy- a hacerse la prueba por temor a ser diagnosticados como positivos. 

    El falso cartel del Covid encontró munición en varios hechos recientes: un error que reconoció, el 3 de junio, el Laboratorio de la Universidad Simón Bolívar tras haber diagnosticado como positivos a cuatro pacientes a los que no les habían tomado muestras;  Distrito solicita al Instituto Nacional de Salud seguimiento y control de calidad para laboratorios que procesan muestras de COVID-19 en Barranquilla cuerpos trasladados por una funeraria local de manera irregular a Montería, el aumento en los costos de cremación y las cremaciones de pacientes que post mortem fueron diagnosticados como negativos.

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    En medio de ese clima contaminado por la desinformación y el miedo generado por el virus, la estrategia de comunicación institucional del Distrito tampoco ha sido la más adecuada.

    En marzo, cuando la pandemia se veía como un asunto lejano, la administración de Pumarejo comenzó la campaña ‘Barranquilla no baja la guardia’, centrada en lavarse las manos y en el distanciamiento social. Sin embargo, en abril, con el coronavirus presente en las cinco localidades, Pumarejo y sus secretarios acuñaron el eslogan ‘Depende de ti que no se te pegue’. 

    Esa frase no fue bien recibida entre ciertos sectores barranquilleros porque le trasladaba al ciudadano la responsabilidad de evitar la propagación del virus, en lugar de apostarle desde el lenguaje a recalcar el trabajo en equipo entre instituciones y ciudadanos. Una narrativa completamente distinta a la de otras ciudades con ‘Medellín me cuida’ o ‘Cartagena contra el Coronavirus’.  

    Ante las continuas críticas en redes sociales y los contagios disparados, el 23 de junio la Alcaldía cambió su mensaje a ‘Depende de todos’.

    También falló el alcalde Pumarejo cuando, el 18 de mayo, con Barranquilla registrando más de 1.700 contagios y 60 fallecidos, dijo que la única salida posible para vencer el virus era el contagio de toda la población, “poco a poco”  Una declaración que el epidemiólogo Julián Fernández - Niño, profesor de la Universidad del Norte y uno de los principales divulgadores sobre la pandemia en Colombia, rechazó por el alto costo “en términos humanos” y la falta de “evidencia científica” sobre dicha teoría.

     Única salida posible al coronavirus es que nos contagiemos poco a poco: Jaime Pumarejo.

    A la falta de asertividad en la comunicación institucional se suma un tono poco conciliador del alcalde y de algunos de sus funcionarios hacia los ciudadanos. 

    En respuesta al falso cartel del Covid, Pumarejo calificó de “charlatanes” a los líderes en los barrios por amplificar ese mensaje. Lo hizo a través de un audio que miembros de su equipo de prensa pusieron a circular por Whatsapp. Y más recientemente sonó indolente en una entrevista con un influenciador local, en Instagram, al decir de manera sarcástica que en Barranquilla “ahora todos quieren tener una UCI”. 

    También una de las asesoras de prensa de la Alcaldía llamó peyorativamente “badulaques” (personas necias) a los barranquilleros por el aumento de los contagios en los barrios.

    Pero ha sido el argumento de ‘indisciplina social’ el que más críticas le ha valido a Pumarejo y el que de tanto ser usado por su gobierno terminó reforzando, recientemente, algunos estereotipos sobre la cultura Caribe en el resto del país. 

    El Distrito, una parte de la ciudadanía y algunos periodistas han recurrido a él para calificar el incumplimiento de la cuarentena, especialmente, los fines de semana en algunos barrios. Un discurso que tomó fuerza, a medida que los casos aumentaban en mayo, pese a que los primeros días de confinamiento el mismo Pumarejo resaltaba el buen comportamiento ciudadano. 

    La mayoría de los barranquilleros cumplieron llamado a no salir a la calle

    Si bien se han celebrado fiestas y reuniones sociales durante la cuarentena en Barranquilla, ese fenómeno no ha sido exclusivo de esta ciudad. El Día de la Madre, por ejemplo, la Policía reportó 27.773 comparendos, 2.333 de ellos en Medellín, la capital colombiana con mejor desempeño durante esta primera fase de pandemia. Ese mismo día, Barranquilla registró 343 multas, es decir, solo el 15% de las ocurridas en la capital de Antioquia.

    Además, un informe de movilidad local de Google, realizado entre el 22 de mayo y el 3 de julio a partir del servicio de georeferenciación de los teléfonos móviles, muestra que los recorridos de los atlanticenses se redujeron mucho más que en otras ciudades. 

    Cambios en la movilidad

    Esa teoría distrital de desobediencia social puede ser parte de la explicación del aumento de los contagios, pero no el único factor. También complejizan ese fenómeno la informalidad laboral, que el trimestre febrero-abril alcanzó el 55%, y las condiciones de vida de los barranquilleros de ciertas localidades: casas pequeñas, con familias numerosas y sin medios para mitigar las altas temperaturas del Caribe.

    El comportamiento de Barranquilla durante esta primera etapa de pandemia podría interpretarse de dos maneras: como el de una ciudad que está llegando a su primer pico de contagios, siendo la primera capital colombiana en lograrlo según lo vaticinó hace poco el Distrito, o como una ciudad que llega más rápido que otras, pero pagando un alto costo humano.

    Después de 100 días de pandemia, en los que la administración de Pumarejo se enfocó más en la dotación hospitalaria sobre la prevención, Barranquilla está hoy con sus UCI congestionadas y con una pandemia fuera de control, por lo que en últimas, el pasado sábado, tanto el alcalde como la gobernadora Noguera convocaron a todos los atlanticenses como a una jornada masiva de oración. El lunes siguiente Pumarejo declaró que la ciudad sería la primera en superar la pandemia. 


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