José González, líder ambientalista de Cartagena. Foto Transparencia por Colombia

    José González, el guardián de la Ciénaga de la Virgen


    Este militar retirado es uno de los líderes de la recuperación y protección de la Ciénaga de la Virgen en Cartagena. Se ha unido a otros líderes y lideresas de los barrios del suroccidente de la ciudad para construir un movimiento conservacionista que involucra a jóvenes, colegios y vecinos de los barrios populares de la Heróica. 

    José González nació y creció en San Francisco, un barrio de invasión, de casas de madera y tejas de zinc, ubicado entre las faldas del Cerro de la Popa y a la orilla de la Ciénaga de la Virgen. Allí, de niño, recuerda que se crió en medio de pandillas y la pobreza. “Era la forma de conectarme con mis vecinos”, dice. 

    Pero la vida le dio un giro cuando lo aceptaron en la escuela de suboficiales de la Armada, en donde permaneció por 24 años, hasta que se jubiló como sargento mayor, el rango más alto al que se puede llegar en esa institución. 

    La experiencia de conocer por dentro las pandillas y la juventud de la costa Caribe, le sirvió en los diferentes destacamentos en los que estuvo a lo largo y ancho del país, donde se conectó con jóvenes y líderes comunitarios con los que trabajó en resolución de conflictos, en especial socioambientales. 

    “Cuando me jubilé, visité a unas tías en el barrio Olaya Herrera (Cartagena) y empecé a ver a los jóvenes en las calles, metidos en pandillas”, dice, reviviendo su propia historia. José se dio cuenta de que, en ese barrio a orillas de la Ciénaga de la Virgen, los jóvenes y sus familias malvivían en casas de cartón, sin servicios públicos, lo que al final se traducía en falta de oportunidades.    

    La Ciénaga de la Virgen es una laguna de 500 kilómetros cuadrados que bordea de norte a sur la ciudad de Cartagena, y está separada del mar por una barrera de arenas y mangles en su parte norte.

    A lo largo de su orilla se ven rellenos y sus mangles están deforestados. Allí han construido barrios subnormales y en la parte norte se han desarrollado proyectos turísticos. En los últimos 50 años este ecosistema ha sido fuertemente afectado por los malos manejos políticos y la corrupción, lo que ha traído deterioro y constantes mortandades de peces. 

    Por su ubicación, es el destino final de un sistema de canales y arroyos que atraviesan la ciudad, y también la red de drenaje pluvial de aguas residuales de conexiones fraudulentas del alcantarillado sanitario, de aceites e hidrocarburos de talleres y estaciones de servicio ubicados en la cuenca urbana, y de basuras y residuos sólidos arrojados por algunos habitantes de la comunidad adyacente, según ha establecido el Observatorio Ambiental de Cartagena.

    Esta laguna también está expuesta a la contaminación de los sedimentos que se vierten de las áreas deforestadas, de las invasiones del Cerro de la Popa y de cinco arroyos que provienen de las zonas rurales de la serranía de Turbaco.

    Todas estas condiciones, motivaron a José González a crear en 2014 la asociación Corporación Ambiental y Ecológica Ciénaga de La Virgen (Corpaecv), en la que, en pocos años ha logrado ‘reclutar’ a cientos de niños y adolescentes de la zona norte y suroccidental de la ciudad para proteger y preservar el cuerpo de agua más importante de esta región del país, un ecosistema frágil, golpeado por las invasiones, la contaminación y la mala gestión pública. 

    Los guardianes de la Ciénaga, como se le conoce a estos grupos de niños y adolescentes de los barrios vecinos de esta laguna,  no ha sido el único proyecto que ha echado a andar este cartagenero. En el camino se ha encontrado con otros líderes y organizaciones de barrios marginales de la Heróica, que junto a él han presionado a las autoridades para que mejoren las condiciones sanitarias de esos sectores, concientizando a los vecinos para que preserven el medio ambiente y haciendo proyectos para recuperar este cuerpo de agua. 

    Una de las iniciativas ha sido la de crear huertas en los patios de las casas para repoblar el lugar con mangle nativo, en las que ha involucrado a jóvenes y a los vecinos que tienen viviendas a la orilla de la ciénaga, propiciando un cambio cultural. “Al tener las huertas los incentivamos a que tengan como opción crear viveros y dejen de rellenar la Ciénaga”, explica.

    Esa labor silenciosa de líderes como José, ha llevado a que diferentes organizaciones barriales se unan en una red que capacita a jóvenes en conservación; incluso han logrado integrar a varios colegios. También han recibido el apoyo de fundaciones locales y nacionales que los han ayudado a fortalecer capacidades y los ha financiado.

    En la actualidad, cinco organizaciones barriales y ambientales conformaron la Asociación Ecovida, con la que han articulado esfuerzos y han logrado recuperar partes de la Ciénaga de la Virgen. También han adelantado acciones de vigilancia para que no se sigan presentando invasiones, deforestando el mangle e incidiendo en autoridades como la Alcaldía de Cartagena y en empresas locales para que adopten políticas y medidas que protejan el medio ambiente de la ciudad y sus cuerpos de agua. 

    La clave, cuenta José, ha sido el rol que las organizaciones han jugado para pedir que se implementen políticas públicas en temas ambientales con igualdad de condiciones, sobre todo en la Ciénaga de la Virgen. Por ejemplo, estas organizaciones se han encargado de vigilar que las empresas no viertan aguas residuales ni sigan rellenando ilegalmente los humedales. También han presionado para que el Distrito invierta en el tratamiento de aguas y en el reasentamiento de las comunidades que han invadido áreas de bajamar.

    Lo grave, agrega el líder, es que “están concediendo licencias ambientales en zonas en las que se ha rellenado la ciénaga, la Secretaría de Planeación entrega licencias y eso no lo entendemos. Si van a construir que sea sostenible”, insiste.

    Hoy, casi veinte años después de que este líder comenzara con esta causa en la capital de Bolívar, los retos siguen. “Hay muchas autoridades con competencias como la Capitanía de Puerto, Edurbe (la empresa de desarrollo urbano) y la Corporación Regional, pero a la hora de los problemas, el ciudadano no sabe a quién dirigirse”, recalca.

    En este sentido, su mayor lección ha sido ver los frutos de ayudar a la comunidad que vive alrededor de la ciénaga a articularse con las autoridades y el sector privado para mejorar sus condiciones de vida. “Hemos concientizado a los vecinos para que no invadan, educado a los niños y también a los jóvenes para que trabajen en los viveros como una alternativa”, explica. Un trabajo que aún tiene un largo trecho por recorrer. 


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