INVESTIGACIONES

    Un grupo de manifestantes el jueves, durante los enfrentamientos con policías en Barranquilla. Foto: Jossie Esteban Rojano
    Los partidos de la discordia en Barranquilla

    Los partidos de la discordia en Barranquilla

    La decisión del alcalde de Barranquilla de autorizar dos partidos de la Copa Libertadores no solo provocó disturbios y protestas, también hizo que circulara un panfleto amenazante contra opinadores que lo criticaron

    El fútbol tuvo un efecto bumerán en Barranquilla, la principal capital de la región Caribe de Colombia. En medio de una tensión nacional que vive el país, el respaldo que el alcalde Jaime Pumarejo Heins dio a la realización de dos partidos de Copa Libertadores en esa ciudad, detonó la indignación colectiva de cientos de manifestantes que terminaron enfrentados con policías del Escuadrón Móvil Antidisturbios (Esmad) durante dos noches seguidas, miércoles y jueves de esta semana. 

    Pumarejo retó a los manifestantes barranquilleros con la decisión de autorizar dos partidos: primero, Junior contra River Plate de Argentina, y después América contra Atlético de Mineiro de Brasil, pese a las recomendaciones de que no lo hiciera, debido al tenso clima político y social en todo el país, que al igual que el resto del mundo ha sido golpeado por una pandemia con más de 80.000 muertes. 

    Al parecer, Pumarejo no quiso enfrentarse a sus padrinos políticos, los Char, máximos accionistas del Junior, lo que desató una tormenta en redes sociales en donde opinadores aliados a la administración respaldaron al alcalde, mientras que un grupo de opinión le cuestionó la falta de tacto político. 

    “Una mala lectura del momento político por parte de la Alcaldía, pensaron que no había una postura en contra. La gente se indignó porque decían: fútbol sí, pero en este momento no”, sostiene el sociólogo Jair Vega Casanova, profesor de la Universidad del Norte de Barranquilla.

    Vega comparó que, para esta ciudad y su gobierno local, el fútbol fue “el florero de Llorente” como fue la Reforma Tributaria para el gobierno del presidente Iván Duque, que después de cuatro días de protestas callejeras retiró el proyecto denominado ‘Ley de financiamiento’.

    El partido del Junior se interpretó, por parte de algunos opinadores cercanos a la administración, como una forma de retar a los manifestantes y mostrar que había “autoridad” en la ciudad. Una de ellas fue Susana De León, reconocida por su cercanía con el alcalde y la casa Char, quien escribió en Twitter:

    E1Oj8RQX0AArgVy

    De las redes, la tensión pasó a las calles. Ahí fue Troya. 

    ¿Autoridad o servilismo?

    “El partido se va a jugar”, declaró Pumarejo la mañana del miércoles. Ese día ya se conocía que habría un plantón a las afueras del estadio, antes del Junior vs. River. Una de las dos principales barras junioristas, La Banda de los Kuervos, pidió de manera pública que no se realizara “ningún partido en la ciudad, debido a la crisis político social que vive el país”. 360-grados intentó conocer la postura de la otra gran barra juniorista, Frente Rojiblanco Sur, pero uno de sus líderes contestó que no podía dar información. “No se la estamos dando a nadie”, afirmó vía Whatsapp.

    La percepción en una parte de la ciudadanía es que el alcalde no fue capaz de decirle “no” a los intereses de sus jefes políticos, los Char, dueños del Junior, cofundadores del partido Cambio Radical, al que Pumarejo pertenece, y que en los últimos 13 años han dominado el poder administrativo y económico con las administraciones de Alejandro Char Chaljub (2008-2011), Elsa Noguera De la Espriella (2012-1015), de nuevo Alejandro Char (2016-2019) y Pumarejo desde el año pasado.

    El partido, lejos de socavar las demandas de quienes han salido a las calles, dejó en claro el talante de Pumarejo, que prefirió ser funcional a los Char y evadió un diálogo que pudo evitar lo que se vio en medios nacionales e internacionales: mientras en el Romelio rodó el balón, a las afueras hubo caos. 

    Media hora antes del partido de Junior, Pumarejo aseguró al canal TyC Sports que no había ningún contratiempo. “Lo que hemos tenido a las afueras, en el primer anillo de seguridad, son no más de 200 jóvenes que intentaron ingresar; nuestra Fuerza Pública hizo la separación para que no ingresara, hubo una escaramuza, se está controlando. No debe haber ningún altercado”. 

    La situación, no obstante, fue grave y evidente con los estallidos que se escucharon durante las transmisiones de la cadena ESPN. 

    “Uno no se puede abstraer de lo que está pasando, sabíamos que íbamos a venir a jugar intentando que nos den las garantías necesarias porque no es normal venir a jugar un partido de fútbol en una situación tan inestable, a través de lo que está viviendo el pueblo colombiano. Se jugó en una situación muy incómoda, con humo de gases lacrimógenos, escuchando estruendos afuera. Fue una situación anormal, no podemos mirar para otro lado”, reflexionó Marcelo Gallardo, director técnico de River, en la rueda de prensa posterior al final del evento futbolero.

    Hubo hinchas de Junior entre los manifestantes que se enfrentaron miércoles y jueves con la Policía, cerca del estadio Romelio Martínez, en Barranquilla.

    Hubo hinchas de Junior entre los manifestantes que se enfrentaron miércoles y jueves con la Policía, cerca del estadio Romelio Martínez, en Barranquilla.  Foto: Jossie Esteban Rojano

    Miércoles y jueves, ambos partidos fueron interrumpidos porque, hasta la cancha, llegaron los gases lacrimógenos lanzados por el Esmad a los marchantes, quienes quisieron llegar al escenario. 

    David Pombo, vocero de La Garra Samaria Norte, barra popular del Unión Magdalena, sostuvo que desde el colectivo de barras ‘Colombianos por la Convivencia’ han manifestado lo inconveniente de que se jueguen partidos de fútbol profesional cuando el país atraviesa la peor crisis sociales de los últimos años.

    “Es una provocación de las autoridades al pueblo en general que se está manifestando en las calles en contra de sus políticas y formas de gobierno. Desde el colectivo le hemos dicho al Ministerio del Deporte y el Ministerio del Interior que cualquier diálogo o conversación se debe hacer después de que cese la masacre”, apuntó.

    Amenazas a periodistas y profesores

    Lejos de que se acallara la batalla campal a las afueras del renovado estadio Romelio Martínez, esta pasó a las redes sociales, en donde amigos y opositores a Pumarejo y los Char se enfrentaron por los partidos. 

    El presidente del Concejo de Barranquilla por el partido Cambio Radical, Samir Radi Chemas, dijo a 360-grados que en un comienzo el mensaje de Pumarejo era alentador porque se refería a que todo debe seguir: el trabajo, las actividades comerciales y el fútbol no era la excepción. Sin embargo, reconoce que otra debió ser la decisión durante y después de los choques entre policías y protestantes.

    “Cuando el partido estaba por darse, incluso después de que termina el de Junior, que hubo enfrentamientos fuertes entre Fuerza Pública y personas intencionadas en dañar el patrimonio público y privado, ahí se pudo haber evitado. Y, al día siguiente, con el partido del América, se pudo evitar incluso con más argumentos, habiendo visto lo que había pasado el día anterior. Se pudo evitar, sobre todo habiendo visto lo que pasó con el primer partido”, recalcó Radi.

    Las disputas del miércoles y jueves dejaron un saldo de al menos 180 personas lesionadas por diferentes causas (golpes, cortadas, complicaciones respiratorias), de acuerdo con información de la campaña Defender La Libertad, que ha recogido información de los traslados a clínicas y las asistencias de las misiones médicas.

    Manifestantes huyen de los gases lacrimógenos lanzados por el Esmad de la Policía.

    Manifestantes huyen de los gases lacrimógenos lanzados por el Esmad de la Policía. Foto: Jossie Esteban Rojano

    “La Alcaldía fue represiva. Sabiendo lo que pasó en el primer partido, la reacción violenta en lugar de generar temor, generó más indignación y más gente salió a pelear”, consideró el profesor Jair Vega.

    360-grados estuvo la noche del jueves en el sector de la calle 72 de Barranquilla donde, al igual que el miércoles, chocaron fuerza pública y ciudadanía. Ese día, los desmanes comenzaron a las 6:34 p.m., luego de que el Esmad lanzara una bomba de estruendo mientras decenas de jóvenes cantaban y lanzaban arengas frente a las vallas. 

    También vimos que detrás de esa primera línea de los protestantes, otro grupo numeroso había preparado barricadas y se habían aprovisionado de piedras y botellas. “Nos preparamos para responder porque, ya ha ocurrido otras veces, la Policía provoca, nos ataca primero y no vamos a dejar que nos maten”, nos comentó una joven que tenía la bandera colombiana pintada al revés en su rostro, la mayor parte de rojo. 

    La coyuntura futbolera volteó la mirada de cientos de ciudadanos inconformes sobre el gobierno local en Barranquilla, al que ya le cuestionaban su gestión durante la pandemia, las cifras de inseguridad -en especial hurtos y homicidios- y la desigualdad reflejada en la última encuesta Pulso Social del Dane, que arrojó que la crisis económica por el coronavirus redujo en la ciudad el número de hogares que pueden garantizar las tres comidas diarias: del 86% pasó al 38%. 

    Y no solo eso. Además de llenar la agenda periodística de medios deportivos que se habían mantenido al margen de lo que ocurre en el país, terminó jugándose en el campo de las amenazas, pues lo que comenzó como un inconformismo contra el pitazo inicial de un partido, la noche de este viernes se convirtió en intimidaciones contra profesores, periodistas y activistas como el profesor Jair Vega, que han mostrado de manera pública posturas críticas contra la maquinaria política y económica de los Char, representada hoy en la Alcaldía por Pumarejo.

    Las amenazas empezaron a circular por Whatsapp, desde un celular cuyo número comienza por 310, y se viralizaron en redes sociales: se trata de una foto que los incluye y señala de ser quienes “están destruyendo a Barranquilla”, e invita a “vandalizar” sus casas.

    Aunque Pumarejo y varios de sus aliados han rechazado las intimidaciones, estas provocaron algo que hace años no se veía en la ciudad: un peligroso precedente en el que oponerse a la actual administración y los poderosos Char puede poner en riesgo la vida, sin contar los destrozos a establecimientos comerciales y el mobiliario público por los enfrentamientos entre el Esmad y los manifestantes, por cuenta de un mal cálculo político y falta de empatía.

    “Uno no se puede abstraer de lo que está pasando, sabíamos que íbamos a venir a jugar intentando que nos den las garantías necesarias porque no es normal venir a jugar un partido de fútbol en una situación tan inestable, a través de lo que está viviendo el pueblo colombiano. Se jugó en una situación muy incómoda, con humo de gases lacrimógenos, escuchando estruendos afuera. Fue una situación anormal, no podemos mirar para otro lado”

    reflexionó Marcelo Gallardo, director técnico de River

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