INVESTIGACIONES

    El PAE de Barranquilla en pandemia no nutre igual

    El PAE de Barranquilla en pandemia no nutre igual

    En la capital del Atlántico, padres, rectores y estudiantes se quejan en voz baja del PAE. Aunque se entregaron raciones por cantidades, no hay una interventoría y lo entregado no tiene el mismo valor nutricional de lo que comían los niños antes de la pandemia.

    Rubi, una matrona caribeña que vive en un barrio del suroriente de la ciudad, se queja de la comida que, por medio del Programa de Alimentación Escolar (PAE), sus nietos recibieron durante el segundo semestre del 2020. Con la pandemia del covid19, el cambio de modalidad de clases presenciales a virtuales también modificó la manera en que los estudiantes recibieron las ayudas nutricionales. Se lamenta porque no le dieron las comidas a las que estaba acostumbrada. 

    “Hablé con otra mamá y me contó que a ella le dan más leche, avena, galletas, frutas, bocadillo y miel”, los productos que ahora reciben cada diez días en la escuela pública a la que van sus nietos de 4, 7 y 10 años.  Es común que las madres y abuelas hicieran comparaciones. No a todas les han entregado las mismas raciones, ni en cantidad ni en calidad de alimentos. 

    En el arranque de la cuarentena estricta, el PAE estuvo suspendido por dos meses (entre mediados de marzo y mayo) hasta que la Alcaldía y los cuatro contratistas que lo operaban establecieron nuevas reglas de juego, basados en una resolución de la Unidad Especial de Alimentación Escolar, Alimentos para Aprender, de marzo de este año. Esta fijó unas nuevas condiciones para la entrega de las ayudas alimenticias a los estudiantes de todo el país, y bajo la que se ha regido la alcaldía de Barranquilla para atender a los más de 150 establecimientos públicos de la ciudad.

    La Unidad, que fue creada en 2020 por la Presidencia para coordinar la implementación de los PAE en el país a partir de los lineamientos trazados por el Ministerio de Educación, a raíz de la llegada del covid, expidió una serie de resoluciones en abril para permitir, “haciendo uso de los contratos vigentes, ajustándolos o adelantando nuevos contratos”, la distribución de los alimentos en tres tipos de modalidades. 

    Una es la Ración Industrializada que consta de complementos alimentarios entregados de manera semanal, quincenal o mensual, dependiendo de los tiempos de vencimiento de los productos a entregar y la logística disponible. La otra es comidad para preparar en casa, que consiste en un paquete alimentario con la distribución de una comida por día para cada niño durante un mes. Y la tercera un bono alimentario mensual que podría canjearse en determinados supermercados o tiendas de superficie, también con cobertura de un mes. (Ver resolución

    Cualquiera de estas modalidades es para una comida o ración al día por un mes.  

    La medida del Ministerio de Educación establece unos mínimos de alimentación que deben cumplirse y que los operadores pueden hacer cambios, teniendo en cuenta la disponibilidad alimentaria en cada región, siempre y cuando garanticen los valores nutricionales, similares a los contemplados cuando la entrega del PAE se hacía en las aulas.

    Con esto, los entes territoriales pudieron modificar los contratos existentes y con ello “sus esquemas de operación, seguimiento, sus minutas y menús, para que los alimentos pudieran llegar a los estudiantes”, explicó el director de la Unidad, Juan Carlos Martínez.

    El 10 de febrero de 2020, cuando el covid-19 todavía no era pandemia, la Alcaldía de Barranquilla firmó cuatro contratos por $27.894 millones con las fundaciones Semillas ($5.483 millones) y Barranquilla Solidaria ($5.042 millones), y las empresas Generación Colombia SAS ($11.404 millones) y Servicios de Alimentación NP SA ($5.966 millones) para el suministro de complementos para las jornadas de mañana y tarde, y almuerzos y raciones industrializadas de “acuerdo con los lineamientos técnicos administrativos del Ministerio de Educación Nacional”.

    En las cláusulas, los contratos disponen el “fomento de hábitos de educación saludable, siguiendo lineamientos de la Secretaría de Educación” y los de la resolución 29452 de 2017 del Mineducación que, entre otras, estableció los porcentajes de calorías, grasas, proteínas, carbohidratos, hierro y calcio que deben tener los alimentos que proveen los contratistas a los estudiantes de entre 4 años y 17 años de edad de las escuelas públicas. 

    No obstante, a raíz de la crisis de salud pública, al no poder almacenar y cocinar los alimentos en los colegios, con la elección de las raciones industrializadas desaparecieron de las minutas las proteínas como huevos y carnes, también granos. Esta medida es posible y no es ilegal, pues se ajusta a las directrices dadas por Alimentos para Aprender, el semestre pasado, para garantizar que a los niños y adolescentes les lleguen los alimentos a sus casas.

    En ambos comunicados, la Alcaldía refirió que la ración industrializada era una alternativa estipulada por el Mineducación e idónea porque cumplía los requisitos, al permitir su traslado a los hogares y consumo en los tiempos establecidos. Pero a pesar de tenerlo dentro de sus opciones, el Distrito no requirió a los contratistas suministrar la Ración para Preparar en Casa (RPC) y el Bono Alimentario (BA). 

    Lo clave, según lo confirmó el director de la Unidad, mejor conocida como Alimentos para Educar, es que si bien se modificaron las condiciones y la forma de entrega de los alimentos, la recomendación de la Unidad era que estos mantuvieran el valor nutricional al que recibían los niños a diario antes de iniciarse la pandemia.

    Martínez sostiene que la secretaría de Educación de Barranquilla hizo varias consultas sobre las minutas y la Unidad, al verlas, confirmó que cumplían con el valor nutricional que les exige a las entidades territoriales.

    Por logística, la mayoría de operadores, como confirmó la Alcaldía en respuesta a 360-grados.co, decidieron entregar raciones industrializadas cada 10 días para suplir lo que antes hacían. Ninguno de los operadores eligió entregar bonos o mercados para preparar en casa. (VER RESPUESTA DE LA ALCALDÍA DE BARRANQUILLA)

    Ese cambio en las entregas no solo ha pasado en Barranquilla, en otras regiones del país, los diferentes entes territoriales adoptaron las raciones industrializadas para garantizar el cumplimiento de sus programas de alimentación escolar por las restricciones que impuso la pandemia.

    En agosto pasado, la Alcaldía de Barranquilla anunció la activación de la segunda etapa del programa, ‘PAE en la casa’, con la supervisión del alcalde Jaime Pumarejo Heins y la secretaria de Educación, Bibiana Rincón. 

    Las raciones, según el alcalde, permitirían “apoyar y acompañar a 117.000 estudiantes de las Instituciones Educativas Distritales, con un complemento alimenticio que aporta el 20% de su nutrición”. (Ver comunicado de agosto de la Alcaldía de Barranquilla)

    Pero el caso de Rubi y otros conocidos por 360-grados.co lo publicado por las autoridades locales, se quedo corto de cara a un programa establecido por el Mineducación para “contribuir con el acceso y la permanencia escolar de los niños, niñas y adolescentes en edad escolar, que están registrados en la matrícula oficial, fomentando estilos de vida saludables y mejorando su capacidad de aprendizaje, a través del suministro de un complemento”. 

    Los cuestionamientos surgieron respecto a lo que entregaron varios operadores y colegios. Una imagen que causó molestias fue la publicada en mayo por la misma Alcaldía, en el primero de sus dos comunicados.

    Entre las denuncias llamaba la atención que el Distrito, a pesar de hacer pública la entrega de alimentos, no mostraba el contenido de los paquetes en los videos en los que entregaría raciones para 10 días a más de 100 mil estudiantes. (Ver post de DatosBaq) 

    Nuevas raciones, menos comida

    Cuando la normatividad permitió que se adaptaran los contratos a las condiciones de bioseguridad de la pandemia, estudiantes y padres de familia se estrellaron con la nueva realidad. Una madre que vive en el barrio El Bosque, en el suroccidente de la ciudad, confirmó que el cambio en los complementos entregados se dio a mediados del segundo semestre, después de que llegaron los primeros requerimientos de talla y peso al operador del PAE.

    “Este año ha sido solamente industrializado. En julio, cuando volvieron a clases, se reinició con entregas para la semana; al mes siguiente, para 15 días, y desde agosto y hasta la semana pasada (del 16 de noviembre) fue para el mes”, aseguró un funcionario de uno de las escuelas públicas que sirve de enlace con los contratistas del PAE contactado.

    Entonces, pese a los cambios y que a todas luces desmejoró el menú de los niños y niñas, el valor de los contratos continuó siendo el mismo, a pesar de que el contenido y la cantidad de los alimentos cambiaron. Así lo confirmaron la Alcaldía y uno de los contratistas del PAE, Ricardo Navarro Rodríguez, quien es el gerente y accionista de Alimentación NP. 

    “Las condiciones económicas siguieron siendo las mismas, ya que por ley no se permite incrementar el precio de venta; en nuestro caso se varió la minuta para amoldarla a la virtualización de las clases”, contestó Navarro. (Ver respuesta de Ricardo Navarro Rodríguez)

    El PAE ya venía con falencias

    El PAE ya venía teniendo críticas en todo el país antes de la pandemia. Ahora con el confinamiento y la virtualidad, la entrega de estas raciones que tienen inconformes a muchos padres, se suman a una larga lista de problemas que en Barranquilla, como en otras regiones del país, pueden ahondar las debilidades que está teniendo este programa creado para cerrar la brecha en la alimentación de los estudiantes de menores recursos.

    Un rector contó que antes de la pandemia ni las raciones ni los almuerzos que estaban incluidos en la minuta alcanzaban para todos los estudiantes. “Nos tocaba hacerlos rendir”. porque muchos de sus alumnos dependían casi que en exclusiva de esos alimentos “porque en sus casas no los alimentan”, dijo el rector, quien al igual que las demás fuentes consultadas accedieron a hablar con  www.360-grados.co de manera anónima. 

    Un profesor de una escuela pública de una de las localidades con mayor número de estudiantes, la Norte – Centro Histórico, explicó que, antes de la pandemia, las raciones se dividían por grados y el tipo de jornada de clases. En jornada única estaban niños de 5 a 7 años y adolescentes de 15 a 17 años, quienes recibían comida preparada en la cocina del colegio: arroz, carne y ensalada. 

    Mientras que a los que asistían a clases de 7 a.m. al mediodía y que estaban en cursos de tercero a quinto grado y de sexto a noveno grado se les repartía “industrializados”: leche, pan y frutas. 

    Según un rector de una escuela pública de Simón Bolívar, otro barrio popular, las raciones industrializadas no eran suficientes para los 10 días que debían cubrir.  Ahora, bajo la sombrilla de la cuarentena estas deficiencias aumentaron. “Los almuerzos desaparecieron, solo han recibido raciones”, agregó.

    De acuerdo con el Distrito, el “complemento alimenticio” entregado a acudientes de los estudiantes y que aporta el 20% de los nutrientes consistía en 10 bebidas lácteas, 10 alimentos en cereal, 6 frutas de mano o frutas de mayor tamaño para consumir en seis tiempos y 4 postres (bocadillos, muestra la foto). Esto es cierto, porque cumple lo que dice la resolución de la Alimentos para Educar. 

    Otra debilidad del PAE señalada es su posible incidencia en la deserción escolar. En varias listas conocidas por 360-grados.co hay renglones sin firmas de reclamantes de raciones. Una posible explicación a esto es el temor a salir y correr el riesgo de contagiarse. En otras, al parecer, hubo suplantaciones.

    Prueba de ello es que a Rubi, la abuela de Simón Bolívar, durante varios meses le dieron solo dos raciones y desde octubre le completaron las tres. “En noviembre, del PAE solicitaron peso y medida. Cuando empezaron a entregar las meriendas, reclamé que no me habían entregado las de mis niños, entonces me pidieron regresar al día siguiente y solo me dieron las de dos porque, del otro, me dijeron que ya habían dado y me mostraron una firma que no era la mía”, reflexionó. 

    Las consecuencias de las nuevas entregas

    La virtualidad en las escuelas públicas ha traido varias consecuencias. 

    Una de ellas es que si bien los nuevos menús están aprobados por el Gobierno Nacional no dejan de generar inquietud sobre su valor nutritivo. Compartimos la imagen que publicó la Alcaldía de las raciones industrializadas que están repartiendo los cuatro contratistas del PAE con una nutricionista, PhD. en Ciencias de la Salud, quien en su análisis dice que esta tiene muchas falencias:

    “Hay ausencia rotunda de alimentos fuentes de proteínas, ni animal ni vegetal, como carnes rojas o blancas, granos y leguminosas. Además, se observa ausencia de huevo, que es la proteína ideal de la infancia después del año de vida. No hay alimentos que brinden un aporte nutricional adecuado, equilibrado, esencial en el crecimiento y desarrollo del niño, por lo tanto, tampoco que le aporten buena fuente de hierro, B12, Vitamina C, ácido fólico, entre otros”.

    Si bien la administración ha dicho que estas raciones son un “complemento alimenticio que aporta el 20% de su nutrición”, y que el resto depende de la alimentación en casa, justo por ello cabe preguntar: ¿Se sabe con exactitud la Alcaldía si todos los estudiantes consumen en sus hogares el 80% restante? 

    Uno de los problemas de esta presunción, como nos confirmó un rector de un colegio público, es que, para estos niños de escasos recursos, estas comidas no son un complemento sino que son las únicos alimentos que comen, ya que si bien retóricamente la Administración ha promovido la entrega de millones de estas raciones, muchas de estas llenas de harinas y azúcares, que no necesariamente aportan un "complemento del 20%" de su alimentación, por lo que su dieta ha desmejorado durante la pandemia.

    “De quejarse, nadie se queja porque en una situación de pandemia como esta, todo lo que llegue es bien recibido. Aquí cabe el dicho de que nadie patea la lonchera”, dice el funcionario del colegio público para referirse al conformismo de la mayoría de padres de familia y acudientes frente a las raciones que reciben.

    En esto coincide un líder comunitario del suroroccidente de Barranquilla quien asegura que conoce de las quejas en privado de padres de familia de que las raciones eran “poco nutritivas”. Sin embargo, poco podían hacer. “No podemos olvidar que en etapa de crecimiento necesitamos una nutrición adecuada, con un valor nutritivo que les aporte lo necesario, y no comida que llena la barriga, que no alimenta”.

    Inconformidades como estas no son menores porque coinciden con los recientes resultados de la encuesta ‘Pulso Social’ del DANE, en los que revelaron que 46% de los hogares barranquilleros pasan hambre. En septiembre, el mismo indicador para esta capital había sido tres puntos menos, 43%.

    Todo esto deja en evidencia las dificultades que hay en el seguimiento de contratos como los del PAE ya que si bien la Alcaldía asegura que no ha habido quejas, es porque estos no tienen interventorías y las veedurías ciudadanas y las juntas de padres no han podido hacer su trabajo por las restricciones de la pandemia. 

    “Es una materia pendiente”, dice el director de Alimentos para Aprender, Juan Carlos Martínez, quien anunció una serie de auditorías a algunos PAE, pero que reconoce que el control lo deben ejercer la Contraloría y la Procuraduría. 

    El próximo año, en el que aún no se sabe si los estudiantes de colegios públicos vuelvan a clases, algunos rectores que hemos consultado han planteado que una mala alimentación está incidiendo en la alta tasa de deserción escolar, por lo que se hace necesario exigir a los operadores del PAE mejorar la oferta alimenticia, que si bien se enmarca dentro de las directrices del MEN, tiene grandes falencias para la nutrición de los estudiantes de menos recursos.

    Este artículo fue posible gracias a la Fundación Heinrich Boll

    En la capital del Atlántico, padres, rectores y estudiantes se quejan en voz baja del PAE. Aunque se entregaron raciones por cantidades, no hay una interventoría y lo entregado no tiene el mismo valor nutricional de lo que comían los niños antes de la pandemia. Rubi, una matrona caribeña que vive en un barrio del suroriente de la ciudad, se queja de la comida que, por medio del Programa de Alimentación Escolar (PAE), sus nietos recibieron durante el segundo semestre del 2020. Con la pandemia del covid19, el cambio de modalidad de clases presenciales a virtuales también modificó la manera en que los estudiantes recibieron las ayudas nutricionales. Se lamenta porque no le dieron las comidas a las que estaba acostumbrada. 

    “Hablé con otra mamá y me contó que a ella le dan más leche, avena, galletas, frutas, bocadillo y miel”, los productos que ahora reciben cada diez días en la escuela pública a la que van sus nietos de 4, 7 y 10 años.  Es común que las madres y abuelas hicieran comparaciones. No a todas les han entregado las mismas raciones, ni en cantidad ni en calidad de alimentos. 
    En el arranque de la cuarentena estricta, el PAE estuvo suspendido por dos meses (entre mediados de marzo y mayo) hasta que la Alcaldía y los cuatro contratistas que lo operaban establecieron nuevas reglas de juego, basados en una resolución de la Unidad Especial de Alimentación Escolar, Alimentos para Aprender, de marzo de este año. Esta fijó unas nuevas condiciones para la entrega de las ayudas alimenticias a los estudiantes de todo el país, y bajo la que se ha regido la alcaldía de Barranquilla para atender a los más de 150 establecimientos públicos de la ciudad. La Unidad, que fue creada en 2020 por la Presidencia para coordinar la implementación de los PAE en el país, a raíz de la llegada del covid, expidió una serie de resoluciones en abril para permitir, “haciendo uso de los contratos vigentes, ajustándolos o adelantando nuevos contratos”, la distribución de los alimentos en tres tipos de modalidades.  Una es la Ración Industrializada que consta de complementos alimentarios entregados de manera semanal, quincenal o mensual, dependiendo de los tiempos de vencimiento de los productos a entregar y la logística disponible. La otra es comidad para preparar en casa, que consiste en un paquete alimentario con la distribución para un mes. Y la tercera un bono alimentario mensual que podría canjearse en determinados supermercados o tiendas de superficie, también con cobertura de un mes. (Ver resolución)  La medida del Ministerio de Educación establece unos mínimos de alimentación que deben cumplirse y que los operadores pueden hacer cambios, teniendo en cuenta la disponibilidad alimentaria en cada región, siempre y cuando garanticen los valores nutricionales, similares a los contemplados cuando la entrega del PAE se hacía en las aulas.
    Con esto, los entes territoriales pudieron modificar los contratos existentes y con ello “sus esquemas de operación, seguimiento, sus minutas y menús, para que los alimentos pudieran llegar a los estudiantes”, explicó el director de la Unidad, Juan Carlos Martínez.
    El 10 de febrero de 2020, cuando el covid-19 todavía no era pandemia, la Alcaldía de Barranquilla firmó cuatro contratos por $27.894 millones con las fundaciones Semillas ($5.483 millones) y Barranquilla Solidaria ($5.042 millones), y las empresas Generación Colombia SAS ($11.404 millones) y Servicios de Alimentación NP SA ($5.966 millones) para el suministro de complementos para las jornadas de mañana y tarde, y almuerzos y raciones industrializadas de “acuerdo con los lineamientos técnicos administrativos del Ministerio de Educación Nacional”. En las cláusulas, los contratos disponen el “fomento de hábitos de educación saludable, siguiendo lineamientos de la Secretaría de Educación” y los de la resolución 29452 de 2017 del Mineducación que, entre otras, estableció los porcentajes de calorías, grasas, proteínas, carbohidratos, hierro y calcio que deben tener los alimentos que proveen los contratistas a los estudiantes de entre 4 años y 17 años de edad de las escuelas públicas.  No obstante, a raíz de la crisis de salud pública, al no poder almacenar y cocinar los alimentos en los colegios, con la elección de las raciones industrializadas desaparecieron de las minutas las proteínas como huevos y carnes, también granos. Esta medida es posible y no es ilegal, pues se ajusta a las directrices dadas por Alimentos para Aprender, el semestre pasado, para garantizar que a los niños y adolescentes les lleguen los alimentos a sus casas. En ambos comunicados, la Alcaldía refirió que la ración industrializada era una alternativa estipulada por el Mineducación e idónea porque cumplía los requisitos, al permitir su traslado a los hogares y consumo en los tiempos establecidos. Pero a pesar de tenerlo dentro de sus opciones, el Distrito no requirió a los contratistas suministrar la Ración para Preparar en Casa (RPC) y el Bono Alimentario (BA).  Lo clave, según lo confirmó el director de la Unidad, mejor conocida como Alimentos para Educar, es que si bien se modificaron las condiciones y la forma de entrega de los alimentos, la recomendación de la Unidad era que estos mantuvieran el valor nutricional al que recibían los niños a diario antes de iniciarse la pandemia. Martínez sostiene que la secretaría de Educación de Barranquilla hizo varias consultas sobre las minutas y la Unidad, al verlas, confirmó que cumplían con el valor nutricional que les exige a las entidades territoriales. Por logística, la mayoría de operadores, como confirmó la Alcaldía en respuesta a 360-grados.co, decidieron entregar raciones industrializadas cada 10 días para suplir lo que antes hacían. Ninguno de los operadores eligió entregar bonos o mercados para preparar en casa. (ver respuesta de la Alcaldía de Barranquilla) Ese cambio en las entregas no solo ha pasado en Barranquilla, en otras regiones del país, los diferentes entes territoriales adoptaron las raciones industrializadas para garantizar el cumplimiento de sus programas de alimentación escolar por las restricciones que impuso la pandemia. En agosto pasado, la Alcaldía de Barranquilla anunció la activación de la segunda etapa del programa, ‘PAE en la casa’, con la supervisión del alcalde Jaime Pumarejo Heins y la secretaria de Educación, Bibiana Rincón.  Las raciones, según el alcalde, permitirían “apoyar y acompañar a 117.000 estudiantes de las Instituciones Educativas Distritales, con un complemento alimenticio que aporta el 20% de su nutrición”. (Ver comunicado de agosto de la Alcaldía de Barranquilla) Pero el caso de Rubi y otros conocidos por 360-grados.co lo publicado por las autoridades locales, se quedo corto de cara a un programa establecido por el Mineducación para “contribuir con el acceso y la permanencia escolar de los niños, niñas y adolescentes en edad escolar, que están registrados en la matrícula oficial, fomentando estilos de vida saludables y mejorando su capacidad de aprendizaje, a través del suministro de un complemento”.  Los cuestionamientos surgieron respecto a lo que entregaron varios operadores y colegios. Una imagen que causó molestias fue la publicada en mayo por la misma Alcaldía, en el primero de sus dos comunicados. Entre las denuncias llamaba la atención que el Distrito, a pesar de hacer pública la entrega de alimentos, no mostraba el contenido de los paquetes en los videos en los que entregaría raciones para 10 días a más de 100 mil estudiantes. (Ver post de DatosBaq)  Nuevas raciones, menos comida Cuando la normatividad permitió que se adaptaran los contratos a las condiciones de bioseguridad de la pandemia, estudiantes y padres de familia se estrellaron con la nueva realidad. Una madre que vive en el barrio El Bosque, en el suroccidente de la ciudad, confirmó que el cambio en los complementos entregados se dio a mediados del segundo semestre, después de que llegaron los primeros requerimientos de talla y peso al operador del PAE.
    “Este año ha sido solamente industrializado. En julio, cuando volvieron a clases, se reinició con entregas para la semana; al mes siguiente, para 15 días, y desde agosto y hasta la semana pasada (del 16 de noviembre) fue para el mes”, aseguró un funcionario de uno de las escuelas públicas que sirve de enlace con los contratistas del PAE contactado.
    Entonces, pese a los cambios y que a todas luces desmejoró el menú de los niños y niñas, el valor de los contratos continuó siendo el mismo, a pesar de que el contenido y la cantidad de los alimentos cambiaron. Así lo confirmaron la Alcaldía y uno de los contratistas del PAE, Ricardo Navarro Rodríguez, quien es el gerente y accionista de Alimentación NP.  “Las condiciones económicas siguieron siendo las mismas, ya que por ley no se permite incrementar el precio de venta; en nuestro caso se varió la minuta para amoldarla a la virtualización de las clases”, contestó Navarro. (Ver respuesta de Ricardo Navarro Rodríguez) El PAE ya venía con falencias El PAE ya venía teniendo críticas en todo el país antes de la pandemia. Ahora con el confinamiento y la virtualidad, la entrega de estas raciones que tienen inconformes a muchos padres, se suman a una larga lista de problemas que en Barranquilla, como en otras regiones del país, pueden ahondar las debilidades que está teniendo este programa creado para cerrar la brecha en la alimentación de los estudiantes de menores recursos. Un rector contó que antes de la pandemia ni las raciones ni los almuerzos que estaban incluidos en la minuta alcanzaban para todos los estudiantes. “Nos tocaba hacerlos rendir”. porque muchos de sus alumnos dependían casi que en exclusiva de esos alimentos “porque en sus casas no los alimentan”, dijo el rector, quien al igual que las demás fuentes consultadas accedieron a hablar con  www.360-grados.co de manera anónima.  Un profesor de una escuela pública de una de las localidades con mayor número de estudiantes, la Norte – Centro Histórico, explicó que, antes de la pandemia, las raciones se dividían por grados y el tipo de jornada de clases. En jornada única estaban niños de 5 a 7 años y adolescentes de 15 a 17 años, quienes recibían comida preparada en la cocina del colegio: arroz, carne y ensalada.  Mientras que a los que asistían a clases de 7 a.m. al mediodía y que estaban en cursos de tercero a quinto grado y de sexto a noveno grado se les repartía “industrializados”: leche, pan y frutas.  Según un rector de una escuela pública de Simón Bolívar, otro barrio popular, las raciones industrializadas no eran suficientes para los 10 días que debían cubrir.  Ahora, bajo la sombrilla de la cuarentena estas deficiencias aumentaron. “Los almuerzos desaparecieron, solo han recibido raciones”, agregó. De acuerdo con el Distrito, el “complemento alimenticio” entregado a acudientes de los estudiantes y que aporta el 20% de los nutrientes consistía en 10 bebidas lácteas, 10 alimentos en cereal, 6 frutas de mano o frutas de mayor tamaño para consumir en seis tiempos y 4 postres (bocadillos, muestra la foto). Esto es cierto, porque cumple lo que dice la resolución de la Alimentos para Educar.  Otra debilidad del PAE señalada es su posible incidencia en la deserción escolar. En varias listas conocidas por 360-grados.co hay renglones sin firmas de reclamantes de raciones. Una posible explicación a esto es el temor a salir y correr el riesgo de contagiarse. En otras, al parecer, hubo suplantaciones. Prueba de ello es que a Rubi, la abuela de Simón Bolívar, durante varios meses le dieron solo dos raciones y desde octubre le completaron las tres. “En noviembre, del PAE solicitaron peso y medida. Cuando empezaron a entregar las meriendas, reclamé que no me habían entregado las de mis niños, entonces me pidieron regresar al día siguiente y solo me dieron las de dos porque, del otro, me dijeron que ya habían dado y me mostraron una firma que no era la mía”, reflexionó.  Las consecuencias de las nuevas entregas La virtualidad en las escuelas públicas ha traido varias consecuencias.  Una de ellas es que si bien los nuevos menús están aprobados por el Gobierno Nacional no dejan de generar inquietud sobre su valor nutritivo. Compartimos la imagen que publicó la Alcaldía de las raciones industrializadas que están repartiendo los cuatro contratistas del PAE con una nutricionista, PhD. en Ciencias de la Salud, quien en su análisis dice que esta tiene muchas falencias:
    “Hay ausencia rotunda de alimentos fuentes de proteínas, ni animal ni vegetal, como carnes rojas o blancas, granos y leguminosas. Además, se observa ausencia de huevo, que es la proteína ideal de la infancia después del año de vida. No hay alimentos que brinden un aporte nutricional adecuado, equilibrado, esencial en el crecimiento y desarrollo del niño, por lo tanto, tampoco que le aporten buena fuente de hierro, B12, Vitamina C, ácido fólico, entre otros”.
    Si bien la administración ha dicho que estas raciones son un “complemento alimenticio que aporta el 20% de su nutrición”, y que el resto depende de la alimentación en casa, justo por ello cabe preguntar: ¿Se sabe con exactitud la Alcaldía si todos los estudiantes consumen en sus hogares el 80% restante?  Uno de los problemas de esta presunción, como nos confirmó un rector de un colegio público, es que, para estos niños de escasos recursos, estas comidas no son un complemento sino que son las únicos alimentos que comen, ya que si bien retóricamente la Administración ha promovido la entrega de millones de estas raciones, muchas de estas llenas de harinas y azúcares, que no necesariamente aportan un "complemento del 20%" de su alimentación, por lo que su dieta ha desmejorado durante la pandemia.
    “De quejarse, nadie se queja porque en una situación de pandemia como esta, todo lo que llegue es bien recibido. Aquí cabe el dicho de que nadie patea la lonchera”, dice el funcionario del colegio público para referirse al conformismo de la mayoría de padres de familia y acudientes frente a las raciones que reciben.
    En esto coincide un líder comunitario del suroroccidente de Barranquilla quien asegura que conoce de las quejas en privado de padres de familia de que las raciones eran “poco nutritivas”. Sin embargo, poco podían hacer. “No podemos olvidar que en etapa de crecimiento necesitamos una nutrición adecuada, con un valor nutritivo que les aporte lo necesario, y no comida que llena la barriga, que no alimenta”. Inconformidades como estas no son menores porque coinciden con los recientes resultados de la encuesta ‘Pulso Social’ del DANE, en los que revelaron que 46% de los hogares barranquilleros pasan hambre. En septiembre, el mismo indicador para esta capital había sido tres puntos menos, 43%. Todo esto deja en evidencia las dificultades que hay en el seguimiento de contratos como los del PAE ya que si bien la Alcaldía asegura que no ha habido quejas, es porque estos no tienen interventorías y las veedurías ciudadanas y las juntas de padres no han podido hacer su trabajo por las restricciones de la pandemia. 
    “Es una materia pendiente”, dice el director de Alimentos para Aprender, Juan Carlos Martínez, quien anunció una serie de auditorías a algunos PAE, pero que reconoce que el control lo deben ejercer la Contraloría y la Procuraduría. 
    El próximo año, en el que aún no se sabe si los estudiantes de colegios públicos vuelvan a clases, algunos rectores que hemos consultado han planteado que una mala alimentación está incidiendo en la alta tasa de deserción escolar, por lo que se hace necesario exigir a los operadores del PAE mejorar la oferta alimenticia, que si bien se enmarca dentro de las directrices del MEN, tiene grandes falencias para la nutrición de los estudiantes de menos recursos. Este artículo fue posible gracias a la Fundación Heinrich Boll


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